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Palpitar Sonámbulo: El primer poemario de Mónica Méndez



Conocí la poesía de Mónica Méndez el año 2024, en medio de mi propio caos saliéndose de control.  Era uno de esos momentos de la vida en donde lo único que me mantenía en pie era la esperanza nada justificada de soportar el vacío y es por eso no diré que leerle que fue casualidad, sino causalidad y es que sus letras fueron ese toque de belleza plasmada en lo oscuro, lo doloroso y lo amorfo que mi alma necesitaba para terminar de dar ese respiro que me permitiera salir de la asfixia.

Y es que lo que me hizo dar vuelta la cara al abismo y saborear nuevamente la exquisitez de la Poesía como algo indispensable en mi kit de sobrevivencia al mundo, fue la sutil pero extraordinaria capacidad de Mónica Méndez para extraer hasta la última gota de belleza de las cosas rotas y olvidadas, pues sus letras vienen una y otra vez a ponértelas al frente como una salvación definitiva a la insaciable búsqueda del éxtasis emocional en medio del tedio y el desangramiento del espíritu.

Primer poemario dela autora chilena
Primer poemario dela autora chilena

Desde mi lugar (también lleno de cosas rotas) doy fe que este poemario toca fibras sensibles que se creían cicatrizadas, heridas universales y cuestiones que están en el ADN colectivo, simbiosis por donde la autora nos lleva a un ritmo extraordinariamente melódico, sin soltarnos en ningún momento, para mostrarnos en un acto de heroísmo esos rincones claro-oscuros que salen desde ella pero que están atados a nuestra propia memoria y que en un esfuerzo inútil nos sacudimos y tapamos torpemente con la perezosa cotidianeidad.

Porque las letras de la poeta chilena tienen la particularidad de hacernos sentir, aunque sea por un momento, seres que no solo están sino que también interpretan la vida en toda la extensión de la experiencia (imperfecta, doliente pero hermosamente sintiente), algo que no siempre se consigue ni en la Literatura ni en el arte.

De igual manera al abrir los ojos está la ansiedad por el futuro, esa que siempre está apuntándonos desde el otro lado con un perfeccionismo infalible, el temor a rememorar el pasado con las manos y el alma libres y el despertar para permitirse sentir la aplastante angustia de ser y sobrevivir en un mundo sin pasión: temas y reflexiones que son una constante en la poética de Mónica Méndez y que claramente se vuelven emociones difíciles de soportar, pero también un recordatorio de que el tiempo y el dolor a veces son perpetuos y lineales.

Así, es preciso afirmar que leer Palpitar sonámbulo es dejar a un lado lo corpóreo, el ruido y todo aquello que hemos creado para sentir que tenemos un poco de control sobre lo inmaterial, para pasar unos minutos recorriendo sin censura un pasado que busca ser nuevamente estrujado y abrazado, es caer en la cuenta de lo mucho que censuramos nuestro presente queriendo transformarnos a fuerza de  anular nuestro propio dolor en “la mejor versión de nosotras/os mismos” o en la mejor versión para una sociedad robotizada y glaciar que se exige inútilmente la supresión emocional y la  planificación de un futuro que en esencia jamás ha existido.


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La poeta chilena nos invita a olvidar por un momento el hambre de grandeza e inmortalidad, la rapidez de una existencia que nos exige esconder nuestra emocionalidad en pos de una productividad monstruosa y a ser una “rosa negra/que se desangra lento/esparciendo su tímido/ néctar escarlata/ por los recovecos/ de este campo minado/ que es mi mismo/ cuerpo deleble” (extracto de poema Deleble), como una manera de recordarnos que es imposible la presencia sin esencia.

Puedes conocer más del trabajo de Mónica Méndez y obtener su poemario a través de su Instagram, en Bonsai de Papel Ediciones, Librería Espacio forestal o Librería Autoras chilenas.

 
 
 

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